Dentro de la familia lingüística Arawak, la tribu indigena boliviana "Machineri" poseía una creencia netamente natural, fundamentada en los Dioses regidores de la naturaleza: El sol y la luna. Antes de la llegada de los españoles, la tribu solía contar con un cacique que hacia a la vez de chamán, y que tenia que pasar por un riguroso proceso de iniciación chamánica.
La virilidad de los varones nacidos en la tribu se medía por el tamaño de sus gónadas (órganos reproductores masculinos), y el elegido para seguir con la dinastía chamánica, debía ser un varón nacido bajo la luna llena, que se destacara por el prominente tamaño de sus testículos. El individuo escogido, debía iniciar desde su niñez, extensas practicas de casería, con las cuales reuniría las pieles de los animales mas grandes de la región, y desarrollaría vestimentas diferentes para que; en el momento de su madurez sexual, tuviera relaciones con todas y cada una de las mujeres vírgenes de la tribu. La sangre emanada de algunas de las mujeres vírgenes, en su primera relación, era un ingrediente necesario, en el brebaje que lo consagraría como chamán de la tribu. La pócima, contenía también, plantas de efecto psicotrópico y neuroléptico, con la cual, ya terminada, el varón, debía realizar un baile de agradecimiento a la Diosa luna, que debía estar llena (La misma que lo vió nacer) y de ese modo iniciarse como chamán de la tribu.
No podía haber dos chamanes al mismo tiempo, por lo que hasta que no falleciera el chamán del momento, no se iniciaba un nuevo proceso para elegir al siguiente.